P E R F I L D E L E V A N G E L I Z A D O R
Evangelizar significa llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro."He aquí que hago nuevas todas las cosas" (E. N 18) Comunicar a todos los hombres su condición de hijos de Dios y hacer presente el Reino por la fraternidad universal, el amor, la justicia y la paz.
LO QUE DEBES TENER CLARO COMO EVAGELIZADORA:
Movida por el Espíritu Santo: Al estilo del Espíritu Santo Porque evangelizar no es un activismo descontrolado - colabora más el que más cosas hace y más tareas desarrollan-. Dejar al espíritu Santo que vaya ahondando en ti. Si no fuera por su fuerza, no se mantendría nuestra fe, no trabajaríamos por el Evangelio. “Vivir según el Espíritu” es proyecto de vida para hacer fecunda tu tarea evangelizadora.
Llevas dentro a Jesús: A medida que crezcas en sencillez serás testigo de la fuerza transformadora del Espíritu. Déjate guiar por Él, hablarás de lo que vives, trabajarás desde tu propia experiencia de fe, no separarás tu propia vida espiritual de tu trabajo pastoral. Casi sin pretenderlo tu vida será el mejor testimonio de que crees lo que anuncias.
La fe es la raíz: Necesitas cultivar, cuidar y alimentar tu propia fe. La raíz de tu pastoral es la fe en Jesús Mirarle mucho para configurarte con Él. Estar tan identificada con Él que dejas huella suya por donde pasas
Primero la oración: Para ser evangelizadora necesitas ser orante. Necesitas la Palabra de Dios; necesitas que esa Palabra se convierta en tu corazón en fuente de vida; no sólo para transmitirla sino para saber escucharla, acogerla con sencillez y guardarla en tu corazón para que te vaya haciendo testigo de su fuerza, de tu capacidad de transformarte.
Coherencia entre fe y vida: Cuando te venga la tentación de abandonar porque descubres que no hay coherencia entre tu fe y tu vida, entre lo que crees y lo que vives ¡párate!, date un respiro y descubre en esa situación una llamada a profundizar y consolidar tu seguimiento de Jesús.
Lo eres por la llamada de Dios: Llevas un gran tesoro en tu vasija de barro. Que la conciencia de tu arcilla no disminuya tu capacidad de sorpresa y de asombro ante la cercanía de Dios. Él está en el comienzo de tu ser, en el inicio de tu fe y en el comienzo de tu compromiso evangelizador.
Eres enviada al mundo: El envío se realiza en una actividad concreta, en el trabajo necesariamente sencillo y pequeño que realizas cada día, es una pequeña parcela de realidad, pero el destino de tu envío es el mundo. Esto quiere decir que no eres enviada sola, que formas parte del envío de toda la Iglesia, continuadora de la misión de Jesús.
Es necesario confiar en Dios: Quien pone su confianza en Dios lo hace desde su propia experiencia de ser pobre, pecador, perdonado, necesitado. Cuando te sientes así en tu vida experimentas la necesidad de apoyarte en Dios, de hacer de Él tu roca, tu alcázar, tu refugio…
Para que el mundo crea: La comunión de unos con otros es, por sí misma evangelizadora. Jesús pidió al Padre que los apóstoles y nosotros fuéramos “uno”, para que el mundo crea.
Cuando los evangelizadores nos dividimos entre nosotros y no rezumamos el gozo de la fraternidad, es muy difícil que nuestro anuncio contagie. La comunión es un don de la misión y para la misión. Sólo cuando produce admiración (“mirad como se aman”) tiene fuerza misionera.
Confiar en la vida, en el ser humano y en la comunidad: Vivir el Evangelio como semilla que fecunda todo lo bueno, lo noble y lo bello del corazón humano, nos hace descubrir nuestro alrededor con ojos nuevos. Confiar también en los destinatarios, son hijos de Dios con posibilidades de conversión
Siempre a punto para compartir la vida: Muéstrate siempre disponible, que los demás te perciban como un hermano. Da siempre con abundancia, date siempre con generosidad. En tu tarea pastoral crea relaciones humanas: ofrece esperanza, contagia alegría, sé cercana a los demás. No dejes a nadie en situaciones difíciles y haz también tuya la alegría de los hermanos.
La alegría es el estilo del evangelizador: Has ganado tu vida dándola, y eso es motivo de alegría desbordante. Jesús se desbordaba de alegría al revelar a los sencillos el camino de las bienaventuranzas.
Empezar siempre de nuevo: No te dejes vencer por la rutina. A base de repetir las cosas puedes perder pasión y entrega; la rutina te lleva a la pereza y al escepticismo de quien siempre está “de vuelta”. Se te pide empezar siempre de nuevo, mirando al futuro con realismo, con esperanza.
Inculturación de la fe: No hay misión sin pasión por el hombre. Debemos acoger todo lo bueno de cada persona y de cada cultura, pues en todo existen “semillas de la Palabra”; no dejes nunca de orar a tu padre Dios para que Él dé crecimiento a esas semillas.
No estás sola: Muchas te precedieron y muchas te acompañan. Dirige una mirada especial a quien nos presenta el Evangelio vivo: María, la madre de Jesús. Tu tarea evangelizadora te acerca enormemente al misterio de su maternidad.
Concibes la Palabra en la escucha, acogiendo en tu seno la semilla de Dios. La engendras en un prolongado misterio de crecimiento interior, en el que vas adquiriendo “la forma de Cristo”. La das a luz con el testimonio sencillo de vida y con la proclamación alegre de lo que Él hace por ti.
San Agustín es un modelo de búsqueda: Él quiso encontrar a Dios por sus propios caminos y solo lo halló cuando aceptó en su vida a Jesús, Camino, Verdad y Vida.
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